martes, 17 de enero de 2012

Breve Historia de la Banda Municipal de Música de Cáceres IV.

IV. D. Arturo García Agúndez (1894-1895).

    A la hora de elegir nuevo director para la banda, se anteponen los intereses políticos –Republicanos- a los musicales, nombrando a Arturo García director, lo que provocó una importante crisis tanto a nivel del Consistorio, como del colectivo musical y del público, lo que provocará su dimisión en 1895.

La banda estuvo sin rector durante tres meses, pues hasta mediados de marzo de 1894 no fue resuelto el concurso de méritos convocado para cubrir la plaza, que se concedió más por favor que por otro motivo a D. Arturo García, protegido del influyente político republicano D. Eladio Marcos Calleja, anteponiéndolo a músicos de mayor prestigio.

Pronto se apercibió la Corporación municipal de que se había equivocado en la designación, pues la inexperiencia del nuevo rector en la dirección de bandas era patente y su trato personal poco agradable le atrajo la antipatía de sus músicos, acostumbrados a la pericia y a la cortesía del maestro Rosich, lo que repercutió pronto en el rendimiento musical de los componentes. Por otra parte eran moneda corriente las críticas del vecindario ante la evidente pérdida de calidad de la banda del municipio, de las que se hizo eco el popular periódico satírico local El Gazpacho, que en uno de sus números publicó estos versos:

Dos cosas hay en el pueblo
que causan dolor de vientre:
la banda municipal
y el señor fiscal suplente.

Aludiendo también con ellos a la deficiente actuación profesional de cierta persona que desempeñaba tal cargo en el juzgado municipal y cuyo nombre no hace al caso.

D. Arturo García, viéndose rechazado por músicos y vecinos, reflexionó sobre su incómoda situación y dimitió de su cargo en junio de 1895 con gran satisfacción de todos, comentándose en la ciudad que durante el poco tiempo que había estado al frente de la Banda Municipal no sólo había dejado a ésta deterioradísima en el terreno musical sino que los daños se habían extendido a los propios instrumentos que utilizaba, pues tras su dimisión veintiocho de ellos tuvieron que ser enviados a Madrid para su reparación.

Arturo García Agúndez, se convertirá con fecha de 28 de abril de 1896, en el primer director de la recién creada Banda Municipal de Música de Cuenca (16 de Septiembre de 1895) tras ganar el concurso que convocaba la plaza, percibiendo por esta labor la cantidad de 1.500 pesetas anuales. [1]

La Banda Municipal de Cuenca en su primera aparición en 1895
Arturo García Agúndez como director de la Municipal de Cuenca en 1898. [2]



lunes, 9 de enero de 2012

Breve Historia de la Banda Municipal de Música de Cáceres III.

III. El primer director municipal: D. Arturo Rosich (1888-1893).

La endémica penuria económica del Ayuntamiento retrasó la creación de la necesaria Academia de Música y de la Banda Municipal hasta 1888, encargando su dirección al joven e inteligente músico valenciano D. Arturo Rosich y Escobar? (1871?-1893). La plantilla era de treinta y seis músicos, en su mayoría niños y mozalbetes, que instruía aquel en el arte de Euterpe en el local de la Academia que se estableció en una de las habitaciones del Instituto de 2ª Enseñanza, que servía para guardar los instrumentos durante la mañana y, por la tarde, como aula donde se enseñaban las disciplinas musicales. Bajo su batuta la banda iniciará la educación de niños y jóvenes mediante una Academia, de la que saldrán a lo largo de las décadas la mayoría de los músicos de nuestra ciudad (hasta 1982 no se crea el Conservatorio Profesional "Hermanos Berzosa"). Los ensayos de conjunto se realizaban en el pasillo que conducía desde la puerta de entrada del edificio hasta el Paraninfo, amplio recinto con buena sonoridad y desprovisto de mobiliario, en el que se podían instalar cómodamente sus atriles y sillas para estudiar las partituras.

D. Arturo Rosich (1888-1893)

La bisoña agrupación perseveró en su trabajo, y cuatro años después de su creación se presentó por primera vez a un certamen musical. Este fue el que el 16 de agosto de 1891 se celebró en Badajoz y, para prepararse debidamente, durante los días 12, 13 y 14 de ese mes la banda cacereña realizó ensayos públicos en la Plaza de Toros con la finalidad de valorar la sonoridad del conjunto al aire libre y de acostumbrarse a la presencia de oyentes, a sus aplausos o a sus silbidos.

La partitura obligada en la competición era el "Paragraph" del maestro Franz von Suppé, muy popular en aquella época como autor de operetas vienesas, a la que acompañaron otras composiciones de elección voluntaria para el lucimiento de los músicos, que causaron tan excelente impresión en el jurado calificador que, por unanimidad, concedió a nuestra banda el Primer Premio, muestra del alto nivel que tenía la banda en aquella época y dándose la circunstancia de haberlo disputado a agrupaciones más antiguas y con mayor experiencia musical.

El día 22 regresaron nuestros músicos a Cáceres, y desfilaron desde la estación del ferrocarril hasta el Ayuntamiento tocando la marca de la zarzuela “Cádiz”, popularísima en aquellos días, entre los aplausos y vítores de los complacidos cacereños, que estaban orgullosos del éxito obtenido por sus paisanos.

Como en los días siguientes se celebraban corridas de toros y éstas se acompañaban de algunos festejos para el regocijo de la población y atractivo para los forasteros, el día 23 la banda tocó diana por las calles de la ciudad y, por la noche, dio un concierto en un tablado que se construyó en el centro del paseo de la Plaza Mayor, muy adornado de verde ramaje, cintas y telas de colores.

Dos años más tarde fue el Ayuntamiento cacereño quien organizó un nuevo certamen musical que tuvo lugar el 1 de Septiembre de 1893, dentro de los festejos preparados para agasajar al capitán general de Extremadura D. Federico Ezponda y Morell.

Se celebró, a las cinco de la tarde, en el coso taurino, siendo la obra de interpretación obligada la “Gran fantasía sobre motivos de los cantos populares de España” del maestro Inzenga. El jurado concedió en esta ocasión el galardón al conjunto de la capital hermana, la Municipal de Badajoz que dirigía D. Leopoldo Martín, adjudicando a la de Cáceres un accésit pues las bases del concurso musical no permitían dar más de un premio.

Los directores de ambas bandas fueron obsequiados con sendos diplomas realizados a plumilla por el magnífico dibujante cacereño D. Higinio Pérez Getino, maestro indiscutible en tan difícil arte.

Tal cariño tuvieron los cacereños a los músicos de su banda municipal que no querían desprenderse de ellos para que no se resintiera la calidad del conjunto, y así, cuando alguno era llamado a quintas, las agrupaciones teatrales de aficionados organizaban funciones para recaudar los 6.000 reales que eran necesarios para redimirlo a metálico (pues entonces existía esa posibilidad para librarse del servicio militar) y siempre lo conseguían.

Pero si desde su creación la Banda Municipal sólo había tenido satisfacciones, en noviembre de 1893 comenzaron sus desventuras, el día 6 falleció inesperadamente su director D. Arturo Rosich, que había conseguido el aprecio y la admiración de los cacereños por su educado trato y por la brillante labor realizada al frente de sus jóvenes músicos.

El destino quiso que el director fuera enterrado en el Antiguo Cementerio de la Ciudad, pues el Nuevo no se había construido por destinar los fondos para tal fin a los festejos de aquel 1893.

martes, 3 de enero de 2012

Breve Historia de la Banda Municipal de Música de Cáceres II.

II. Los inicios.  
 
Las fuentes difieren respecto al año exacto de fundación de la banda, algunas incluso llegan hasta el año 1846, año de inauguración de nuestra plaza de Toros. Pero lo cierto es que de uno u otro modo hubo algún tipo de agrupación ligada eventualmente al Ayuntamiento hasta que con seguridad en 1880, se fundara la Banda Municipal de Música de Cáceres.

El ejército, desde tiempos muy antiguos, utilizaba unos cuerpos de tambores y de cornetas, a los que en tiempos más modernos se incorporaron los pífanos, cuyos acordes y marciales músicas servían para marcar el ritmo del paso de los soldados. La invención de nuevos instrumentos de viento amplió su reducida plantilla y con ello sus posibilidades musicales, especialmente a partir de la reestructuración que a comienzos del siglo XIX realizó Napoleón Bonaparte en el ejército francés, surgiendo así las bandas militares, nombres que recibían los cuerpos de músicos de los regimientos, a cuyo frente había un director facultativo, con grado de oficial, llamado “músico mayor”.

Fue en el siglo XIX cuando se dio el impulso a la formación de las bandas de música actuales. Los diversos actos en fiestas populares crearon la necesidad de conjuntos musicales locales con profesores de música adecuados ayudados, con toda probabilidad, por los organistas de las parroquias y maestros de capilla. Evidentemente, de todo ello hay una historia brillante de grandes compositores, intérpretes, directores y conjuntos que han recorrido el mundo, teniendo por maestros en su primera etapa, al del propio lugar.
La Administración Local cacereña desde mediados del siglo mantuvo grupos de músicos, más o menos numerosos, que en épocas de penuria económica sufrían los rigores de los presupuestos oficiales y desaparecían de la vida pública hasta que llegaban en tiempos de bonanza. 

La Diputación Provincial tuvo su banda en el establecimiento de beneficencia que tenía obligación legal de sostener (que es como eufemísticamente se llamaba al hospicio provincial), puesto que la banda de música era una manera más de educar a sus acogidos y de proporcionarles un medio para ganarse la vida cuando lo abandonaran por razón de edad; y también la tuvo el Ayuntamiento, formada en su mayoría por muchachos con la categoría oficial de “educandos”, que no cobraban sueldo para no gravar las siempre exhaustas arcas municipales.

Pero estas ocasionales agrupaciones de músicos no pasaban de ser simples charangas de escaso número de componentes y sin calidad musical alguna, cosa que el entonces poco entendido oído de nuestros paisanos era incapaz de apreciar puesto que se daban por satisfechos si escuchaban un pasodoble o una jota con mayor potencia de sonido que el que podrían ofrecer una guitarra y una bandurria, que eran los instrumentos que mejor conocían y que solían utilizar en sus diversiones.

Mas los aires culturales que recorrieron la nación española al advenimiento de “La Gloriosa”, haciendo conocer a sus habitantes otras posibilidades de la vida hasta entonces ignoradas, hicieron aparecer agrupaciones musicales más numerosas y con mayor calidad, y nuestro Ayuntamiento quiso imitar a los de otras capitales creando una banda municipal estable, con músicos bien adiestrados y que diera prestigio a Cáceres en el terreno musical, ya que por entonces comenzaron a celebrarse certámenes o concursos de bandas como medio de estimulara a sus componentes y mejorar la calidad de los conjuntos que iban apareciendo en distintas ciudades, cuyos galardones honraban a las corporaciones que las sostenían.

El primer acto público multitudinario que se realizó en el nuevo edificio del Ayuntamiento, tuvo lugar el 6 de junio de aquel año de 1869, con motivo de la proclamación de la Constitución […], actos que dieron comienzo a las seis de la mañana… con el repique general de campanas e himnos patrióticos interpretados por la Banda Municipal, que saludaban así el acto de enarbolar la bandera nacional en todos los edificios públicos.
 
A las once y media, desde el Gobierno Civil…, partió una procesión cívica… Abría la marcha un piquete de caballería, al que seguía la Banda Municipal, […].[1]


Lectura pública de la Constitución, en el Atrio del Ayuntamiento recién inaugurado, el día 6 de Junio de 1869.

 
Puede apreciarse en la esquina inferior izquierda un grupo de músicos con percusión y viento metal entre un piquete de la Guardia Civil. (Fotógrafo Francisco Capdevielle).




[1] HURTADO, Publio “Recuerdos cacereños del siglo XIX”, Sevilla, 2000. Extracto.

Breve Historia de la Banda Municipal de Música de Cáceres I.



 Introducción: La formación de las Primeras Bandas Municipales en España.

En España, alrededor de la segunda mitad del siglo XIX comienzan a proliferar las agrupaciones de música y se forman las primeras agrupaciones municipales modernas. Este retraso de medio siglo respecto a algunos países europeos que desde principio de siglo contaban con agrupaciones musicales, venía unido con el retraso de la revolución industrial española. La formación de las primeras bandas municipales en España fue debida, aparte de las tradiciones militares, a un fenómeno contemporáneo; típico de una sociedad liberal relacionada con una tradición rural. A diferencia de las antiguas obligaciones que tenían los grupos de ministriles al servicio de los ayuntamientos, ahora a la banda se la considera, dentro de sus actuaciones, como un elemento de arte; producto típico del romanticismo de la época.

Una de las bandas modernas de carácter municipal más antiguas que conocemos es la de Málaga, la cual fue presentada por primera vez al público en enero de 1859. También en Albacete se fundó la Banda Municipal, en 1861. A su vez, estas agrupaciones servían como modelo para difundir la música por la provincia, dando lugar a la creación de bandas municipales en diversos pueblos más pequeños. Estos conjuntos musicales cubrían unas necesidades tanto sociales como culturales.

A partir de las dos últimas décadas del siglo XIX se forman la mayoría de las Bandas Municipales en las principales capitales de provincia. En diciembre de 1879 se fundó en Palencia la Banda Municipal de Música. Un año después se fundó la Banda Municipal de Cáceres[1]. También en el mismo año, es decir, en 1880, se creó la Banda Municipal de Santander con el fin de animar los actos oficiales, fiestas regionales y otros eventos.


[1] AA. VV.: “Diccionario de la Música Española e Iberoamericana”, Tomo II, p. 133 y 850 y ss.