lunes, 9 de enero de 2012

Breve Historia de la Banda Municipal de Música de Cáceres III.

III. El primer director municipal: D. Arturo Rosich (1888-1893).

La endémica penuria económica del Ayuntamiento retrasó la creación de la necesaria Academia de Música y de la Banda Municipal hasta 1888, encargando su dirección al joven e inteligente músico valenciano D. Arturo Rosich y Escobar? (1871?-1893). La plantilla era de treinta y seis músicos, en su mayoría niños y mozalbetes, que instruía aquel en el arte de Euterpe en el local de la Academia que se estableció en una de las habitaciones del Instituto de 2ª Enseñanza, que servía para guardar los instrumentos durante la mañana y, por la tarde, como aula donde se enseñaban las disciplinas musicales. Bajo su batuta la banda iniciará la educación de niños y jóvenes mediante una Academia, de la que saldrán a lo largo de las décadas la mayoría de los músicos de nuestra ciudad (hasta 1982 no se crea el Conservatorio Profesional "Hermanos Berzosa"). Los ensayos de conjunto se realizaban en el pasillo que conducía desde la puerta de entrada del edificio hasta el Paraninfo, amplio recinto con buena sonoridad y desprovisto de mobiliario, en el que se podían instalar cómodamente sus atriles y sillas para estudiar las partituras.

D. Arturo Rosich (1888-1893)

La bisoña agrupación perseveró en su trabajo, y cuatro años después de su creación se presentó por primera vez a un certamen musical. Este fue el que el 16 de agosto de 1891 se celebró en Badajoz y, para prepararse debidamente, durante los días 12, 13 y 14 de ese mes la banda cacereña realizó ensayos públicos en la Plaza de Toros con la finalidad de valorar la sonoridad del conjunto al aire libre y de acostumbrarse a la presencia de oyentes, a sus aplausos o a sus silbidos.

La partitura obligada en la competición era el "Paragraph" del maestro Franz von Suppé, muy popular en aquella época como autor de operetas vienesas, a la que acompañaron otras composiciones de elección voluntaria para el lucimiento de los músicos, que causaron tan excelente impresión en el jurado calificador que, por unanimidad, concedió a nuestra banda el Primer Premio, muestra del alto nivel que tenía la banda en aquella época y dándose la circunstancia de haberlo disputado a agrupaciones más antiguas y con mayor experiencia musical.

El día 22 regresaron nuestros músicos a Cáceres, y desfilaron desde la estación del ferrocarril hasta el Ayuntamiento tocando la marca de la zarzuela “Cádiz”, popularísima en aquellos días, entre los aplausos y vítores de los complacidos cacereños, que estaban orgullosos del éxito obtenido por sus paisanos.

Como en los días siguientes se celebraban corridas de toros y éstas se acompañaban de algunos festejos para el regocijo de la población y atractivo para los forasteros, el día 23 la banda tocó diana por las calles de la ciudad y, por la noche, dio un concierto en un tablado que se construyó en el centro del paseo de la Plaza Mayor, muy adornado de verde ramaje, cintas y telas de colores.

Dos años más tarde fue el Ayuntamiento cacereño quien organizó un nuevo certamen musical que tuvo lugar el 1 de Septiembre de 1893, dentro de los festejos preparados para agasajar al capitán general de Extremadura D. Federico Ezponda y Morell.

Se celebró, a las cinco de la tarde, en el coso taurino, siendo la obra de interpretación obligada la “Gran fantasía sobre motivos de los cantos populares de España” del maestro Inzenga. El jurado concedió en esta ocasión el galardón al conjunto de la capital hermana, la Municipal de Badajoz que dirigía D. Leopoldo Martín, adjudicando a la de Cáceres un accésit pues las bases del concurso musical no permitían dar más de un premio.

Los directores de ambas bandas fueron obsequiados con sendos diplomas realizados a plumilla por el magnífico dibujante cacereño D. Higinio Pérez Getino, maestro indiscutible en tan difícil arte.

Tal cariño tuvieron los cacereños a los músicos de su banda municipal que no querían desprenderse de ellos para que no se resintiera la calidad del conjunto, y así, cuando alguno era llamado a quintas, las agrupaciones teatrales de aficionados organizaban funciones para recaudar los 6.000 reales que eran necesarios para redimirlo a metálico (pues entonces existía esa posibilidad para librarse del servicio militar) y siempre lo conseguían.

Pero si desde su creación la Banda Municipal sólo había tenido satisfacciones, en noviembre de 1893 comenzaron sus desventuras, el día 6 falleció inesperadamente su director D. Arturo Rosich, que había conseguido el aprecio y la admiración de los cacereños por su educado trato y por la brillante labor realizada al frente de sus jóvenes músicos.

El destino quiso que el director fuera enterrado en el Antiguo Cementerio de la Ciudad, pues el Nuevo no se había construido por destinar los fondos para tal fin a los festejos de aquel 1893.

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